Un lugar para nuestra mascota





Es imprescindible ante la llegada del nuevo miembro haber previsto un lugar para él. Algunas familias lo considerarán uno más al que le estará permitido la entrada a cualquier estancia  y para otras determinados lugares le estarán prohibidos. 

¿Mi consejo? Ponerse en su lugar. 

En mis adopciones y acogidas siempre busco que la adaptación resulte lo más fácil posible. Trato que el recién llegado no perciba frialdad en nuestra relación pero evitando agobiarle. Utilizo un timbre de voz dulce y sereno para llamar su atención sobre algo que le quiero mostrar o dar y tengo mucho cuidado con los gestos bruscos cuando estoy cerca de él, para evitar sustos innecesarios que le estresen más.

Es necesario ocultar nuestro agobio en estos primeros momentos o días. Tiene que percibirnos seguros, como el líder de cualquier camada.

Y, volviendo al asunto, prefiero que él mismo encuentre el lugar donde se sienta más seguro. Por eso, no hay que agobiarse porque ignoren la mullida cama o los juguetes que le hemos comprado. Recién aterrizado es muy normal que prefiera el duro suelo debajo de la mesa o de cualquier rincón donde se sienta protegido. También es habitual que no salga de este cobijo hasta que nuestro sueño nocturno le convenza que ha llegado la hora de aventurarse a investigar este nuevo territorio.

Personalmente, no me agrada ver mascotas que pasan el día en patios o terrazas. No hay cariño sin roce.Y situar su lugar en el rincón más alejado de la casa no es disfrutar de su compañía, ni es estimulo para ellos. 

¿Qué sentido tiene ubicar a nuestra mascota en un lugar que apenas frecuentamos?.
¿Qué sentido tiene traer otro ser vivo a nuestras vidas si no queremos compartir con él nuestra propia casa?.
Siempre pienso: ¿cuál será el siguiente paso?, ¿su abandono?. 

Hay que ser conscientes que la tarima se resentirá con sus patitas, que se tumbarán en el lugar más inconveniente para nuestros movimientos o que nos seguirán a todas partes. Que tienen épocas de muda y tendremos pelos hasta.... en la sopa. O que caerán enfermos en nuestra ausencia y la vuelta al hogar será una pesadilla.

¡No hay duda!. Estos son los argumentos que necesitabas escuchar para disipar todas tus dudas. ¡Nunca!, ni en un millón de años, por siempre jamás, convivirás con un perro.

¿No?. Pues eres muy valiente o un verdadero amante de estos bichos encantadores.

Otro lugar que tendremos que habilitar será su sitio para comer y beber. Este sí debe ser fijo.  Es más práctico un pequeño rincón de nuestra cocina que nos permitirá cómodamente mantener su recipiente con agua y controlar su alimentación. Además de fácil de limpiar.

Siguiendo estos sencillos gestos y dejando pasar un tiempo, nuestra mascota ira buscando más y más la cercanía. Se irá sintiendo más segura y confiada en nuestra presencia y acudirá sin temor a nuestra llamada.
Se puede decir que ha llegado el momento de iniciar, paulatinamente, y siempre siguiendo su evolución, su educación en nuestras costumbres y manías. 

Es todo un reto. Pero si disponéis de la suficiente paciencia y comprensión lograréis un perro equilibrado y seguro. Indispensable para una convivencia y disfrute más que óptimos. Adoraréis su compañía y comprenderéis porque tanta gente quiere a estos peludos en sus vidas.

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